La narrativa del ‘cambio climático’ es un ardid globalista para empobrecer Occidente en beneficio del tercer mundo

La narrativa de la ONU y del resto de instituciones globalistas es que “necesitamos detener el ‘cambio climático’ (antes llamado ‘calentamiento global’) incrementando los impuestos al CO2 en los países del primer mundo”, a pesar de que los países occidentales, que representan apenas el 15% de la población mundial, son los que menos contaminan.

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¿Por qué tenemos los países europeos que pagar por el CO2, y no países superpoblados, que además de emitir más CO2, transforman todo lo que hay a su alrededor en un gran basurero?

Si se trata de reducir las emisiones de CO2, ¿por qué tenemos que pagar más impuestos por los carburantes, a pesar de que los coches representan solo el 13% de las emisiones de CO2? ¿Por qué no suben los impuestos a las cien corporaciones responsables del 71% de las emisiones de CO2 a nivel global?

¿Por qué tenemos los países occidentales, apenas el 15% de la población mundial, que pagar lo que contaminan los países superpoblados del tercer mundo?

Toda esta narrativa del ‘cambio climático’ antropogénico es una gran farsa para empobrecer los países occidentales, en el marco de una agenda globalista que solo puede avanzar eliminando las diferencias económicas y étnicas entre los diferentes países. Porque mientras existan grandes diferencias, nadie va a querer renunciar a sus fronteras.

Este es el mapa de emisiones de CO2.

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Este, sin embargo, es el mapa de contaminación del aire.

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¿Por qué los países que más contaminan son también los que menos tienen que contribuir para detener el ‘cambio climático’?

El ‘cambio climático‘ es un fenómeno inevitable que depende en gran medida del Sol, que es el reactor nuclear de fusión que calienta la Tierra, siguiendo unos ciclos elementales de 11 años. También existen otros ciclos más largos de 5200 años, que son los que marcan las eras glaciares e interglaciares.

La idea de que los seres humanos podemos influenciar en el clima global de forma significativa, cuando unas manchas solares pueden provocar una Edad de Hielo, es una patraña concebida para avanzar la globalización.

Pequeña Edad de Hielo:

Durante el periodo 1645–1715, en mitad de la Pequeña Edad de Hielo, la actividad solar reflejada en las manchas solares era sumamente baja, con algunos años en que no había ninguna mancha solar. Este período de baja actividad de la mancha solar es conocido como el Mínimo de Maunder.​

¿Qué tendrían que haber hecho nuestros antepasados para frenar la Edad de Hielo? ¿Gravar impuestos a los que no encendían hogueras?

Todo esto es una mamarrachada. El clima siempre va a cambiar, con o sin seres humanos. Venecia no será la primera ni la última ciudad que desaparezca bajo el agua. Lo único que podemos hacer es adaptarnos.

La narrativa del ‘cambio climático’ es un ardid globalista para empobrecer Occidente en beneficio del tercer mundo
 
Decenas de científicos se rebelan contra el catastrofismo climático auspiciado por la ONU

Los abajo firmantes, ciudadanos y científicos, envían una cálida invitación a los líderes políticos para que adopten políticas de protección del medio ambiente compatibles con el conocimiento científico. En particular, es urgente combatir la contaminación donde ocurra, de acuerdo con las indicaciones de la mejor ciencia. En este sentido, es lamentable el retraso con el cual la riqueza de conocimiento disponible en el mundo de la investigación se utiliza para reducir las emisiones de contaminantes antropogénicos ampliamente presentes en los sistemas ambientales tanto continentales como marinos.

Pero debemos ser conscientes de que el dióxido de carbono en sí no es un contaminante. Por el contrario, es indispensable para la vida en nuestro planeta.

En las últimas décadas, se ha difundido la tesis de que el calentamiento de la superficie de la Tierra de alrededor de 0,9°C observado a partir de 1850 sería anómalo y causado exclusivamente por actividades humanas, en particular por la emisión de CO2 resultado del uso de combustibles fósiles en la atmósfera.

Esta es la tesis del calentamiento global antrópico promovido por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, cuyas consecuencias serían modificaciones ambientales tan serias que temen enormes daños en un futuro inminente, a menos que sean adoptadas inmediatamente medidas de mitigación drásticas y costosas.

En este sentido, muchas naciones del mundo se han unido a programas para reducir las emisiones de dióxido de carbono y se ven presionadas, incluso por una propaganda insistente, a adoptar programas cada vez más exigentes de cuya implementación, que implica grandes cargas para las economías de los estados miembros, dependería del control del clima y, por lo tanto, de la «salvación» del planeta.

Sin embargo, el origen antrópico del calentamiento global es una hipótesis no probada, deducida solo de algunos modelos climáticos, que son programas informáticos complejos, llamados Modelos de Circulación General.

Por el contrario, la literatura científica ha destacado cada vez más la existencia de una variabilidad climática natural que los modelos no pueden reproducir. Esta variabilidad natural explica una parte sustancial del calentamiento global observado desde 1850. La responsabilidad antrópica del cambio climático observada en el siglo pasado es, por lo tanto, exagerada injustificadamente y las predicciones catastróficas no son realistas.

El clima es el sistema más complejo de nuestro planeta, por lo que debe abordarse con métodos adecuados y coherentes con su nivel de complejidad. Los modelos de simulación climática no reproducen la variabilidad natural observada del clima y, en particular, no reconstruyen los períodos cálidos de los últimos 10.000 años. Se repitieron aproximadamente cada mil años e incluyen el bien conocido Período Cálido Medieval, el Período Cálido Romano y, en general, los períodos cálidos durante el Holoceno Óptimo.

Estos períodos del pasado también han sido más cálidos que el período actual, a pesar de que la concentración de CO2 era más baja que la actual, mientras que están relacionados con los ciclos milenarios de la actividad solar. Estos efectos no son reproducidos por los modelos.

Debe recordarse que el calentamiento observado desde 1900 en realidad comenzó en el siglo XVIII, es decir, en el mínimo de la Pequeña Edad de Hielo, el período más frío de los últimos 10,000 años, correspondiente al milenio de actividad solar que los astrofísicos llaman Maunder Minimal Solar (actividad solar mínima).

Desde entonces, la actividad solar, siguiendo su ciclo milenario, ha aumentado y ha calentado la superficie de la tierra. Además, los modelos no reproducen las oscilaciones climáticas conocidas de unos 60 años. Estos fueron responsables, por ejemplo, de un período de calentamiento (1850-1880) seguido de un período de enfriamiento (1880-1910), un calentamiento (1910-40), un enfriamiento (1940-70) y un nuevo período de calentamiento (1970-2000) similar al observado 60 años antes.

En los años siguientes (2000-2019) no se observó el aumento predicho por los modelos de aproximadamente 0,2°C por década, sino una estabilidad climática sustancial que se interrumpió esporádicamente por las rápidas oscilaciones naturales del océano Pacífico ecuatorial, conocido como El Niño Southern Oscillations (oscilaciones sureñas), como la que provocó el calentamiento temporal entre 2015 y 2016.

Los medios de comunicación también afirman que los eventos extremos, como huracanes y ciclones, han aumentado de manera alarmante. A la inversa, estos eventos, como muchos sistemas climáticos, han sido modulados desde el ciclo de 60 años antes mencionado.

Por ejemplo, si consideramos los datos oficiales de 1880 sobre los ciclones tropicales del Atlántico que azotaron América del Norte, parecen tener una fuerte oscilación de 60 años, correlacionada con la oscilación térmica del Océano Atlántico llamada Oscilación Multidecadal del Atlántico.

Los picos observados por década son compatibles entre sí en los años 1880-90, 1940-50 y 1995-2005. De 2005 a 2015, el número de ciclones disminuyó precisamente después del ciclo mencionado. Así, en el período 1880-2015, entre el número de ciclones (que oscila) y el CO2 (que aumenta monótonamente) no hay correlación.

El sistema climático aún no está suficientemente comprendido. Si bien es cierto que el CO2 es un gas de efecto invernadero, de acuerdo con el mismo IPCC, la sensibilidad del clima a su aumento en la atmósfera sigue siendo extremadamente incierta. Se estima que una duplicación de la concentración de CO2 atmosférico, de alrededor de 300 ppm preindustriales a 600 ppm, puede elevar la temperatura promedio del planeta de un mínimo de 1°C a un máximo de 5°C. Esta incertidumbre es enorme. En cualquier caso, muchos estudios recientes basados en datos experimentales estiman que la sensibilidad del clima al CO2 es considerablemente más baja que la estimada por los modelos del IPCC.

Entonces, es científicamente irrealista atribuir a los humanos la responsabilidad del calentamiento observado desde el siglo pasado hasta nuestros días. Los pronósticos alarmistas avanzados, por lo tanto, no son creíbles, ya que se basan en modelos cuyos resultados contradicen los datos experimentales. Toda la evidencia sugiere que estos modelos sobrestiman la contribución antrópica y subestiman la variabilidad climática natural, especialmente la inducida por las oscilaciones del sol, la luna y el océano.

Finalmente, los medios de comunicación difundieron el mensaje de que, con respecto a la causa antrópica del cambio climático actual, habría un acuerdo casi unánime entre los científicos y que, por lo tanto, se cerraría el debate científico. Sin embargo, en primer lugar debemos ser conscientes de que el método científico dicta que los hechos, y no el número de adeptos, hacen de una conjetura una teoría científica consolidada.

En cualquier caso, no existe el presunto consentimiento. De hecho, existe una notable variedad de opiniones entre los especialistas: climatólogos, meteorólogos, geólogos, geofísicos, astrofísicos, muchos de los cuales reconocen una importante contribución natural al calentamiento global observada desde el período preindustrial e incluso desde la posguerra hasta hoy.

También ha habido peticiones firmadas por miles de científicos que han expresado su disconformidad con la conjetura del calentamiento global antrópico. Estos incluyen el promovido en 2007 por el físico F. Seitz, ex presidente de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, y el promovido por el Panel Internacional No Gubernamental sobre el Cambio Climático (NIPCC) cuyo informe de 2009 concluye que «La naturaleza y no a actividad del hombre rige el clima».

En conclusión, dada la importancia crucial de los combustibles fósiles para el suministro de energía de la humanidad, sugerimos no adherirnos a políticas de reducción acrítica de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera con el pretexto ilusorio de gobernar el clima.

 
Luis Pomar: "El CO2 no causa el calentamiento global"

¿Como experto, qué destacaría de la geología turolense?


Lo que más me atrae es la calidad de los afloramientos. Es un lugar único para la investigación geológica por la escasa cobertura vegetal, que en otros lugares impide acceder a la información.

Acaba de recibir en Canadá la Medalla Sorby, el galardón más preciado en el campo de la sedimentología el estudio de los estratos geológicos. ¿Cómo le sienta ser el primer español en recibirla?

Recompensa la labor científica de toda mi vida. Es un premio a mi trayectoria y a las aportaciones en aspectos generales de la sedimentología.

¿Qué se puede aprender del estudio de los sedimentos?

Las calizas muestran capas que presentan variaciones y yo estudio a qué se deben. La historia de la tierra y de la vida quedan reflejadas en los sedimentos. La caliza registra las condiciones climáticas y cómo han evolucionado, también revela la presencia de gases en la atmósfera y el impacto de los seres vivos.

Tras estudiar ese registro defiende, en contra del criterio mayoritario, que ni entramos en una fase de calentamiento global de largo alcance ni que el actual aumento de la temperatura planetaria sea responsabilidad del CO2.

Son, desde mi punto de vista, dos errores.

¿Por qué llega a esa conclusión?

El calentamiento actual es de muy corto recorrido. Si cogemos el Cuaternario con sus periodos glaciares (fríos) e interglaciares (cálidos), estos siempre han sido más calientes que el actual. El óptimo climático tras la última glaciación llegó hace 10.000 años y, desde entonces, la tendencia a largo plazo es de enfriamiento. El sol tiende a menos actividad y esta condición se dio en periodos de temperaturas bajas. Vamos en esa dirección.

¿En contra de la opinión de quienes auguran un calentamiento global?

Así es. Y el enfriamiento se debe al descenso de la actividad solar.

¿Cuál es el papel del CO2 en la evolución climática?

Hay muchas causas de la evolución de los climas, algunas desconocidas. Pero, si se establece una correlación entre concentración de CO2 y temperatura, no encajan para nada. Hay momentos en que sube el CO2 y la temperatura baja. No hay relación.

Entonces ¿por qué existe consenso social en sentido contrario?

En la ciencia no hay tal consenso, sino un debate permanente. El consenso es solo político.

Le veo muy negacionista.

El clima ha cambiado siempre y lo ha hecho sin nuestra intervención.

Entonces, ¿podemos estar tranquilos porque no somos causantes de un cambio climático de largo alcance?

Ni de largo ni de medio ni de corto alcance.

¿A qué responden las visiones apocalípticas sobre el clima futuro por culpa del CO2?

Eso que lo aclaren los políticos.

¿Qué interés pueden tener los políticos en declarar la guerra al CO2 y a la quema de combustibles fósiles que lo genera?

Hay una razón. Más de la mitad de las reservas de petróleo del mundo están en el Golfo Pérsico y una cuarta parte del consumo del planeta pasa por el estrecho de Ormuz. El suministro es frágil y el mundo occidental quiere independizarse de esa fuente de abastecimiento energético.

¿Se trata, por lo tanto, de propaganda para justificar el paso de una energía basada en los hidrocarburos a las alternativas?

En mi opinión, sí. Los precios actuales están condicionados por los conflictos entre suníes y chiitas. El mundo árabe marca el precio. Hay que librarse de esa dependencia y de esa inestabilidad.

A Teruel la guerra contra el CO2 le toca muy de cerca con la amenaza de cierre que pesa sobre la central de Andorra por sus emisiones.

Obedece a motivos políticos, pero no tiene sentido. La mayoría de los vegetales está a mitad de su rendimiento para procesar este gas y si se duplica la concentración de CO2 crecerán el doble.

¿Pero cómo hemos llegado al consenso contrario?

El CO2 se disuelve mejor en el agua de los océanos con bajas temperaturas. Al enfriarse el mar, diluye el CO2 y lo rebaja en la atmósfera. Es así de simple. La correlación que mostraba Al Gore estaba invertida en causa y efecto. El calentamiento se adelanta a la concentración de CO2 y no al revés.

¿El CO2 es, pues, inocente?

Totalmente.

¿Le han dado problemas sus planteamientos contracorriente?

Sí. Por ejemplo, en un debate de La 2, al que fui invitado, no pude exponer mis argumentos por el griterío que había en contra.

 
Es el calentamiento global la mayor mentira de la historia de la ciencia?

Divulga Greenpeace una nota de prensa en la que denuncia la detención en el puerto polaco de Gdansk de uno de sus barcos estrella, el Rainbow Warrior y de algunos de sus miembros a los que llama "activistas", cuando intentaban "parar" una descarga de carbón, combustible que según sigue afirmando Greenpeace, es el "mayor responsable del cambio climático".

Como siempre en casos parecidos, Greenpeace califica su acción de "pacífica" y se queja de que la neutralización de la misma fuera llevada a cabo por "hombres armados y enmascarados", creo que la traducción correcta seria "por las fuerzas de seguridad" del estado polaco.

La primera contradicción aparece cuando en la misma nota reconoce la llamada "Organización Ecologista Internacional" que "Polonia es el país de Europa más dependiente del carbón para su economía". ¿Les extraña entonces que defiendan su bienestar contra cualquier tipo de ataque, aunque los atacantes se llamen a sí mismos "pacifistas"?

En España hemos visto a escaladores de Greenpeace trepar por las paredes de los Ministerios y hasta del Congreso, y poner bufandas a los leones de su fachada principal, todo ello prácticamente en la impunidad; pero no deben extrañarse de que en otros países estas cosas no salgan gratis.

Mientras se emiten comunicados supuestamente ecologistas tan categóricos como el que comentamos, dando por cierto que es el hombre el culpable del famoso cambio climático, empiezan a escucharse voces científicas disidentes, algunas de las cuales se atreven a afirmar que la teoría del calentamiento global podría ser la mayor estafa de la historia de la ciencia.

No hablamos de extremistas ni de científicos carentes de prestigio: hace poco tiempo se elevaba de manera coral la voz de más de 30 climatólogos y ecólogos italianos que por fin se atreven a manifestarse, de forma razonada y mesurada, contra las declaraciones del famoso panel internacional para el cambio climático auspiciado y financiado por la ONU, y a su vez financiador de los trabajos de aquellos científicos que se mueven en la línea de lo "políticamente correcto".

Uno de los científicos más relevantes de la primera década de nuestro siglo, Nigel Lawson, ministro que fue de Margaret Thatcher, fue uno de los primeros disidentes de la teoría oficial atreviéndose el año 2009 a calificar el "Calentamiento Global" como "la gran mentira" y más recientemente John Casey, científico jubilado de la Nasa de reconocida solvencia y ecuanimidad en sus juicios desafía la teoría oficial que señala al hombre como responsable del llamado Calentamiento Global.

Lo propio opinan 31.487 colegas suyos norteamericanos que la definen como una teoría científicamente débil que viene fracasando en la mayor de sus predicciones; por el contrario, la búsqueda en los ciclos de actividad solar de la explicación de los periodos de calor y frío que podemos registrar históricamente , acierta en el 90% de las predicciones.

La sumisión a las instrucciones del IPPC sobre lo que debemos hacer para evitar el desastre anunciado está teniendo muchas más implicaciones de las que se podrían imaginar sin entrar en detalles: debemos hacernos todos veganos (aunque condenemos al hambre a los países económicamente atrasados, debemos entrar en el supermercado con bolsas sucias de varios usos, pagar por bolsas que permitirán a los avispados ejecutivos de los establecimientos convertirnos en inocentes anunciantes llevando impresos sus logotipos en las bolsas compradas, y un larguísimo etcétera de incongruencias.)

Comencemos por aclarar que el cambio climático es cierto, mejor aún, nada hay tan cambiante como el clima. No se trata sólo de cambios en el sistema atmosférico, ya que es necesario estudiar las interacciones entre las masa de agua y las continentales y las superficies de contacto de ambas con la masa de aire atmosférica, y no sólo eso, porque también el fondo del mar, más o menos caliente en función de los flujos de calor radiactivo del interior del planeta se transmite al agua a través del fondo oceánico, de esta manera se origina el fenómeno de "El niño".

Resulta innegable que contaminar es malo, muy malo, sobre todo para la salud, y trabajando en este sentido cada día se va consiguiendo mejorar el aire de las grandes ciudades del mundo, corrigiendo las emisiones de las calefacciones y las emisiones tóxicas de los vehículos.

Nadie en su sano juicio puede negar que hay que contaminar cada vez menos, pero mucho cuidado, porque tratar de relacionar las emisiones de dióxido de carbono de los dos últimos dos siglos con un supuesto cambio global de las condiciones climáticas, no es más que una imprudencia disparatada.

Si tal imprudencia se relaciona con importantísimas inversiones económicas y toda clase de subvenciones para los crédulos y los sumisos, podemos estar ante la mayor estafa de la historia de la Ciencia, como afirman los primeros científicos que se atreven a hacerlo desafiando las críticas que puedan sufrir por ello.

Los cortos ciclos climáticos de calor y frío que venimos observando en los últimos siglos, es decir desde que hay registro, son evidentes, y los que vamos teniendo años hemos sido testigos de los últimos. Hoy impresiona el recuerdo de algunos de los brillantes programas televisivos del gran Félix Rodríguez de la Fuente, en concreto los que realizó en Canadá, donde afirmaba en 1995 lo siguiente: "estos gigantes de hielo están avanzando porque vamos hacia una nueva glaciación".

Parece esperanzador que la Ciencia abandone la asunción fanática de los principios políticamente correctos y vuelva a su trabajo, que es la gran fórmula para que sigamos progresando y solucionemos lo que podamos acerca de unos grandiosos mecanismos naturales que no hay más remedio que reconocer que nos superan.

Miguel del Pino Luengo es biólogo y catedrático de Ciencias Naturales.

 
La NASA ya había reconocido que el cambio climático ocurre debido a ciclos naturales y NO debido a los combustibles fósiles

Durante más de 60 años, la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) ha sabido que los cambios que ocurren en los patrones del clima planetario son completamente naturales y normales . Pero la agencia espacial, por cualquier razón, ha optado por dejar que el engaño provocado por el calentamiento global persista y se propague, en detrimento de la libertad humana.

Para ser precisos, fue el año 1958 cuando la NASA observó por primera vez que los cambios en la órbita solar de la Tierra, junto con las alteraciones de la inclinación axial de la Tierra, son responsables de lo que los científicos del clima han denominado hoy como "calentamiento" (o " enfriamiento ", dependiendo de su agenda). De ninguna manera, la forma o la forma son los humanos calentando o enfriando el planeta conduciendo SUV o comiendo carne de res, en otras palabras.

Pero la NASA hasta ahora no ha logrado dejar las cosas claras, y en su lugar ha optado por sentarse en silencio y observar cómo los liberales se asustan por el mundo que supuestamente debido a demasiado ganado o demasiadas pajitas de plástico.

En el año 2000, la NASA publicó información en su sitio web del Observatorio de la Tierra sobre la Teoría del Clima de Milankovitch, revelando que el planeta, de hecho, está cambiando debido a factores extraños que no tienen absolutamente nada que ver con la actividad humana. Pero, una vez más, esta información aún no se ha generalizado, unos 19 años después, razón por la cual los trastornados y obsesionados con el clima ahora han comenzado a afirmar que realmente solo nos quedan 18 meses antes de que el planeta muera por un exceso de dióxido de carbono (CO2).

La verdad, sin embargo, es mucho más similar a lo que el astrofísico serbio Milutin Milankovitch, después de que se elaborara la Teoría del clima de Milankovitch, en la que propuso cómo las variaciones estacionales y latitudinales de la radiación solar que golpean la tierra de diferentes maneras y en diferentes momentos, tienen el mayor impacto en los patrones climáticos cambiantes de la tierra.

El factor más importante que afecta el clima de la tierra es el SOL

En cuanto a la oblicuidad de la Tierra, o su cambio en la inclinación axial, la Tierra puede desplazarse tanto en su eje como en su orientación de rotación. En las inclinaciones más altas, las estaciones de la Tierra se vuelven mucho más extremas, mientras que en las inclinaciones más bajas se vuelven mucho más suaves. Existe una situación similar para el eje de rotación de la Tierra, que dependiendo de qué hemisferio apunte al sol durante el perihelio, puede afectar en gran medida los extremos estacionales entre los dos hemisferios.

Sobre la base de estas diferentes variables, Milankovitch pudo llegar a un modelo matemático integral que es capaz de calcular las temperaturas de la superficie en la Tierra en el tiempo, y la conclusión es simple: el clima de la Tierra siempre ha estado cambiando y está en constante estado de flujo debido a la falta de culpa nuestra como seres humanos.

Cuando Milankovitch presentó por primera vez su modelo, fue ignorado durante casi medio siglo. Luego, en 1976, un estudio publicado en la revista Science confirmó que la teoría de Milankovitch es, de hecho, cierta, y que corresponde a varios períodos de cambio climático que han ocurrido a lo largo de la historia.

En 1982, seis años después de la publicación de este estudio, el Consejo Nacional de Investigación de la Academia Nacional de Ciencias de EE. UU. adoptó la teoría de Milankovitch como verdad, declarando que:

"... las variaciones orbitales siguen siendo el mecanismo de cambio climático más minuciosamente examinado en escalas de tiempo de decenas de miles de años y son, con mucho, el caso más claro de un efecto directo de cambio de insolación en la atmósfera inferior de la Tierra".

Si tuviéramos que resumir todo en una frase simple, sería esta: el factor más importante que influye en el clima y los patrones climáticos en la tierra es el sol, punto. Dependiendo de la posición de la tierra hacia el sol en un momento dado, las condiciones climáticas variarán drásticamente e incluso crearán anormalidades drásticas que desafían todo lo que los humanos creían saber sobre el funcionamiento de la tierra.

Pero en lugar de aceptar esta verdad, los "científicos" climáticos de hoy, unidos a políticos y medios de comunicación principales cómplices, insisten en que no usar bolsas de supermercado reutilizables en el supermercado y no tener un vehículo eléctrico están destruyendo el planeta tan rápido que debemos implementar absolutamente impuestos climáticos globales como solución.

"El debate sobre el cambio climático no se trata de ciencia. Es un esfuerzo para imponer controles políticos y económicos sobre la población por parte de la élite ", escribió un comentarista en el programa de radio Hal Turner .

"Y es otra forma de dividir a la población contra sí misma, con algunos que creen en el calentamiento global provocado por el hombre y otros que no, es decir, dividir y conquistar".

Milutin Milankovitch (1879-1958)

Steve Graham


El astrofísico serbio Milutin Milankovitch es mejor conocido por desarrollar una de las teorías más significativas relacionadas con los movimientos de la Tierra y el cambio climático a largo plazo. Nacido en 1879 en la aldea rural de Dalj (entonces parte del Imperio Austrohúngaro, hoy ubicado en Croacia), Milankovitch asistió al Instituto de Tecnología de Viena y se graduó en 1904 con un doctorado en ciencias técnicas.Después de un breve período como ingeniero jefe de una empresa de construcción, aceptó un puesto de profesor en matemáticas aplicadas en la Universidad de Belgrado en 1909, un puesto que ocupó durante el resto de su vida.

Milankovitch dedicó su carrera al desarrollo de una teoría matemática del clima basada en las variaciones estacionales y latitudinales de la radiación solar que recibe la Tierra. Ahora conocida como la teoría de Milankovitch, afirma que a medida que la Tierra viaja a través del espacio alrededor del sol, las variaciones cíclicas en tres elementos de la geometría Tierra-Sol se combinan para producir variaciones en la cantidad de energía solar que llega a la Tierra:

Variaciones en la excentricidad orbital de la Tierra: la forma de la órbita alrededor del sol.

Cambios en la oblicuidad: cambios en el ángulo que forma el eje de la Tierra con el plano de la órbita de la Tierra.

Precesión: el cambio en la dirección del eje de rotación de la Tierra, es decir, el eje de rotación se comporta como el eje de rotación de una parte superior que se está enrollando; por lo tanto, traza un círculo en la esfera celestial durante un período de tiempo.

Juntos, los períodos de estos movimientos orbitales se conocen como ciclos de Milankovitch.

Variaciones orbitales

Los cambios en la excentricidad orbital afectan la distancia Tierra-Sol. Actualmente, existe una diferencia de solo el 3 por ciento (5 millones de kilómetros) entre la aproximación más cercana (perihelio), que ocurre aproximadamente el 3 de enero, y la salida más alejada (afelio), que ocurre aproximadamente el 4 de julio. Esta diferencia en distancia equivale a aproximadamente un aumento del 6 por ciento en la radiación solar entrante (insolación) de julio a enero. La forma de la órbita de la Tierra cambia de ser elíptica (alta excentricidad) a ser casi circular (baja excentricidad) en un ciclo que toma entre 90,000 y 100,000 años. Cuando la órbita es altamente elíptica, la cantidad de insolación recibida en el perihelio sería del orden del 20 al 30 por ciento mayor que en el afelio, lo que daría como resultado un clima sustancialmente diferente al que experimentamos hoy.

La excentricidad de la órbita de la Tierra cambia lentamente con el tiempo de casi cero a 0.07. A medida que la órbita se vuelve más excéntrica (ovalada), la diferencia entre la distancia del Sol a la Tierra en el perihelio (aproximación más cercana) y el afelio (más alejado) se vuelve cada vez mayor. Tenga en cuenta que el Sol no está en el centro de la elipse orbital de la Tierra, sino que está en uno de los puntos focales.

Nota: La excentricidad de la órbita que se muestra en la imagen inferior es un 0.5 altamente exagerado. Incluso la excentricidad máxima de la órbita de la Tierra, 0.07, sería imposible de mostrar a la resolución de una página web. Aun así, a la excentricidad actual de .017, la Tierra está 5 millones de kilómetros más cerca del Sol en el perihelio que en el afelio. (Imágenes de Robert Simmon, NASA GSFC)

Oblicuidad (cambio en la inclinación axial)

A medida que aumenta la inclinación axial, el contraste estacional aumenta de modo que los inviernos son más fríos y los veranos más cálidos en ambos hemisferios. Hoy, el eje de la Tierra está inclinado 23.5 grados desde el plano de su órbita alrededor del sol. Pero esta inclinación cambia. Durante un ciclo que promedia aproximadamente 40,000 años, la inclinación del eje varía entre 22.1 y 24.5 grados. Debido a que esta inclinación cambia, las estaciones como las conocemos pueden llegar a ser exageradas. Más inclinación significa estaciones más severas: veranos más cálidos e inviernos más fríos; menos inclinación significa estaciones menos severas: veranos más fríos e inviernos más suaves. Se cree que son los veranos fríos los que permiten que la nieve y el hielo duren de año en año en latitudes altas, y finalmente se acumulen en capas de hielo masivas. También hay retroalimentaciones positivas en el sistema climático,

El cambio en la inclinación del eje de la Tierra (oblicuidad) afecta la magnitud del cambio estacional. En las inclinaciones más altas, las estaciones son más extremas, y en las inclinaciones más bajas son más suaves. La inclinación axial actual es de 23.5 °. Imagen de Robert Simmon, NASA GSFC)

Precesión

Los cambios en la precesión axial alteran las fechas de perihelio y afelio y, por lo tanto, aumentan el contraste estacional en un hemisferio y disminuyen el contraste estacional en el otro hemisferio.

Precesión : el cambio en la orientación del eje de rotación de la Tierra [esto se puede ver más claramente en una animación ( pequeña (290 KB QuickTime) o grande(1,2 MB QuickTime))] - altera la orientación de la Tierra con respecto al perihelio y afelio. Si un hemisferio apunta hacia el sol en el perihelio, ese hemisferio apuntará hacia el afelio, y la diferencia en las estaciones será más extrema. Este efecto estacional se invierte para el hemisferio opuesto. Actualmente, el verano del norte ocurre cerca de afelio. (Imagen de Robert Simmon, NASA GSFC)

Usando estas tres variaciones orbitales, Milankovitch pudo formular un modelo matemático integral que calculó las diferencias de latitud en la insolación y la temperatura de la superficie correspondiente durante 600,000 años antes del año 1800.

Luego intentó correlacionar estos cambios con el crecimiento y la retirada del hielo durante siglos. Para hacer esto, Milankovitch asumió que los cambios de radiación en algunas latitudes y estaciones son más importantes para el crecimiento y la descomposición de la capa de hielo que en otras. Luego, por sugerencia del climatólogo alemán Vladimir Koppen, eligió la insolación de verano a 65 grados norte como la latitud y la estación más importantes para modelar, razonando que las grandes capas de hielo crecieron cerca de esta latitud y que los veranos más fríos podrían reducir el deshielo de verano, lo que llevaría a un presupuesto anual positivo de nieve y crecimiento de la capa de hielo.

Estos gráficos muestran valores calculados para 300,000 años de variación orbital. La línea etiquetada "0" representa hoy, mientras que "-200" indica 200,000 años en el pasado y "100" indica 100,000 años a partir de ahora. Milankovitch notó que estos ciclos de mecánica orbital corresponden a muchos indicadores del cambio climático del pasado, como la Edad de Hielo. (Be)

Durante unos 50 años, la teoría de Milankovitch fue ampliamente ignorada. Luego, en 1976, un estudio publicado en la revista Science examinó los núcleos de sedimentos de aguas profundas y descubrió que la teoría de Milankovitch en realidad correspondía a períodos de cambio climático (Hays et al. 1976). Específicamente, los autores pudieron extraer el registro del cambio de temperatura desde hace 450,000 años y descubrieron que las variaciones importantes en el clima estaban estrechamente asociadas con cambios en la geometría (excentricidad, oblicuidad y precesión) de la órbita de la Tierra. De hecho, las glaciaciones ocurrieron cuando la Tierra atravesaba diferentes etapas de variación orbital.

Desde este estudio, el Consejo Nacional de Investigación de la Academia Nacional de Ciencias de EE. UU. ha adoptado el modelo del ciclo de Milankovitch.

... las variaciones orbitales siguen siendo el mecanismo de cambio climático más minuciosamente examinado en escalas de tiempo de decenas de miles de años y son, con mucho, el caso más claro de un efecto directo de cambiar la insolación en la atmósfera inferior de la Tierra (National Research Council, 1982) .

Enlaces y referencias

About.com:Ciclos de Milankovitch :cambios en la interacción Tierra-Sol

Foro de Ciencias de Alaska: la órbita cambiante de la Tierra

JD Hays, John Imbrie y NJ Shackleton, "Variations in the Earth's Orbit: Pacemaker of the Ice Ages" , Science, 194, no. 4270 (1976), 1121-1132.

Hays, James D., 1996: Enciclopedia del tiempo y el clima, Oxford University Press, Stephen H. Schneider, ed. pp 507-508.

Lutgens, Frederick K. y Edward J. Tarbuck, 1998: The Atmosphere, Prentice-Hall, Inc., 434pp.

National Research Council, Variabilidad solar, clima y clima, Washington, DC: National Academy Press, 1982, p.7)

 
Antón Uriarte, geógrafo y experto en el estudio del clima: «La Tierra es menos marrón y más verde gracias al CO2»

Un reciente estudio publicado en “Nature Climate Change”, en el que han participado investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha revelado que la Tierra tiene ahora más superficie verde que hace tres décadas. El trabajo asegura que la cantidad de biomasa verde ha aumentado de manera significativa en el 40% de las regiones del planeta desde 1982 a 2015, mientras que sólo en un 4% de los territorios se ha apreciado una pérdida significativa de vegetación.

Hace más de dos décadas, el geógrafo donostiarra Antón Uriarte Cantolla, especializado en el estudio del clima, doctor en Geografía por la Universidad de Zaragoza y FRMetS (Fellow Royal Meteorological Society), ya había asegurado en repetidas ocasiones que esta progresiva expansión de la mancha verde se estaba produciendo en todo el planeta. Autor de trabajos referenciales en este ámbito como “Historia del clima de la Tierra” y “Ozono, la catástrofe que no llega”, Uriarte es un científico que mantiene posiciones escépticas respecto al cambio climático y que cuestiona permanente la influencia del hombre sobre el clima.

“La vegetación en la Tierra ha aumentado, pero esto no es una novedad. Hay estudios similares desde hace 20 años. La ignorancia general sobre este tema es tremenda. Las plantas, para su desarrollo, necesitan CO2 y agua, y energía solar para hacer la síntesis de los dos primeros elementos. Esto se debería aprender en la escuela. Al haber más CO2 en la atmósfera se incrementa el crecimiento de las plantas. En los invernaderos, generalmente, se introduce CO2 para que haya un mejor crecimiento de las plantas. Esto ocurre, además, tanto con la vegetación terrestre como con las plantas marinas. En los acuarios se introduce C02 para que crezcan más las algas. Desde hace décadas se sabe que el CO2 que se vierte en la atmósfera por la transformación de combustibles fósiles es siempre la mitad de la que realmente se ha emitido y esto es así porque la otra mitad ha sido absorbido por la vegetación, tanto continental como marina”.

Pero el exceso de CO2 también tiene sus peligros…

– Tenemos que partir de una premisa básica: desde hace muchísimo tiempo se ha inculcado a la población la idea de que el CO2 es tóxico y de que es el gran contaminante de las ciudades. Esto es un absoluto disparate. Cada uno de nosotros, al respirar, emitimos más de un kilogramo de CO2. Lo que ocurre es que cada vez que se habla del CO2 se muestra una chimenea expulsando grandes cantidades de humo queriendo hacer creer que es el gran elemento contaminante que nos rodea. Es pura propaganda.

¿Y es el responsable de lo que algunos definen como el ‘calentamiento global’?

– Sí es cierto que el CO2 puede producir un pequeño calentamiento, pero esto no quiere decir que éste sea negativo o que tenga un carácter tóxico o contaminante. Si no hubiese nada de CO2 en la atmósfera, la Tierra sería mucho más fría, alrededor de 20 o 30 grados más fría. Pero lo que es algo totalmente falso es que el CO2 sea perjudicial. Más bien al contrario, el CO2 es muy beneficioso para la Tierra. Los estudios sobre paleoclimatología o geología demuestran claramente que en las épocas del pasado en las que se concentraba más CO2 en la atmósfera había más vegetación. En el Jurásico, por ejemplo, la vegetación, y los dinosaurios que vivían en aquel tiempo, se extendían por todo el planeta y llegaban prácticamente hasta los polos. Entonces había entre cinco y diez veces más de CO2 en la atmósfera que el que hay ahora. Es ridículo pensar que el carbono es malo, cuando es, junto con el oxígeno, el elemento primordial de la vida. Es una de las mentiras más grandes que la propaganda ha conseguido imponer a lo largo de los últimos años. De hecho, el color verde de las plantas, que tanto se utiliza simbólicamente por quienes atacan las emisiones de CO2, es producido por el… CO2. La Tierra es menos marrón y más verde gracias al CO2.

¿Ha subido la temperatura media global?

– En relación al tema del cambio climático y de la protección del medio ambiente, se miente mucho. La subida de la temperatura media mundial es muy pequeña, es mínima. La elevación media del mar, también es pequeñísima. Y, desde luego, tampoco es cierto que actualmente haya más catástrofes climatológicas (huracanes, lluvias torrenciales, terremotos…) que en el pasado. Si miramos con detenimiento las estadísticas de las que disponemos, los fenómenos extremos asociados al clima no han aumentado en ningún caso. Para nada. Todo es un cuento.

Explica Antón Uriarte que, desde un punto de vista político, las cosas, por ejemplo, ya están cambiando mucho en Estados Unidos, “donde la mayor parte de los candidatos republicanos son escépticos del cambio climático, no solamente Donald Trump, sino también Ted Cruz, que entre ellos es quien más sabe de estos temas. En Europa no ocurre igual porque los ecologistas mandan y la izquierda es mucho más fuerte, y parece que ésta, cuando se quedó sin otro tipo de banderas, se sumó, entre otras cosas, al carro del medioambientalismo”.

Antón Uriarte critica la energía nuclear por su peligrosidad y cuestiona también las energías renovables por ser antieconómicas, por su elevado impacto ambiental y por su impredecibilidad. “El carbón es barato y abundante. Y no contamina”.

 
La Tierra es más verde que hace 33 años gracias al CO2

Mucho se sabe sobre las consecuencias de la cada vez mayor cantidad de gases de efecto invernadero acumulados en la atmósfera. Se estima que estos representan ya casi el 0,04% del aire que respiramos. Pero la cifra sería mayor si no fuera por la capacidad que tienen las plantas para atraparlo. Y son, precisamente, los vegetales los que se ven más beneficiados por los altos niveles de estos gases en la atmósfera. Según un estudio publicado hoy en la revista Nature Climate Change, la Tierra ha ganado 36 millones de kilómetros cuadrados de superficie verde, el equivalente a tres veces la extensión de Europa o 3,5 la de Estados Unidos, aproximadamente.

El estudio, en el que ha participado el CREAF, centro adscrito a la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), toma como referencia los últimos 33 años. Desde entonces, la biomasa terrestre ha aumentado en el 40% de la superficie de la Tierra, mientras que se ha reducido en solo el 4%. Y los científicos relacionan principalmente este crecimiento a las altas concentraciones de CO2, un potente fertilizante que se desconocía cómo había afectado a nivel planetario.

"Con este estudio, hemos podido atribuir el enverdecimiento del planeta al aumento de los niveles de CO2 atmosféricos provocado por el consumo de combustibles fósiles. Al haber más dióxido de carbono, las plantas han podido generar más hojas capturándolo de la atmósfera durante la fotosíntesis. Gracias a ello, el incremento de la concentración de este gas de efecto invernadero se ha visto frenado”, explica el científico del CREAF Josep Pañuelas.

Según el estudio, el dióxido de carbono es responsable en un 70% del enverdecimiento de la Tierra. Pero los científicos, además, identifican, además, otras razones que explican el aumento de la biomasa: el cambio climático (en un 8%), el nitrógeno atmosférico (en un 9%) y los cambios de usos del suelo (en un 4%).

Gracias a las plantas, el incremento de la concentración de gases de efecto invernadero se ha visto frenado

Pero no todo lo que es bueno para las plantas lo es para el resto del planeta. Los científicos ya han advertido extensamente sobre los efectos de emitir CO2 a la atmósfera. Uno de ellos, el cambio climático, lo que comporta el aumento de la temperatura global, el incremento del nivel del mar, el deshielo o la radicalización de las tormentas tropicales. Efectos que ya estamos sufriendo y que, según Pañuelas, no remitirán si no dejamos de usar combustibles fósiles.

Y es que el crecimiento de la biomasa vegetal debido al fertilizante carbónico tiene un techo. “El efecto del dióxido de carbono cada vez es menor a medida que las plantas van aclimatándose a este aumento”, asegura el experto, pero es que los vegetales también necesitan de otros recursos para crecer. La fórmula es sencilla: cuanta más biomasa, las plantas necesitarán también más agua y otros nutrientes, sobre todo el fósforo, ambos recursos limitados y vitales en el planeta.

 
Mensaje urgente de 500 científicos de todo el mundo a la ONU: «No hay ninguna emergencia climática»

Una red global de 500 científicos y profesionales pertenecientes a más de 20 países de todo el mundo ha hecho llegar un manifiesto urgente al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, con un único mensaje: “No hay ninguna emergencia climática”.

Los firmantes del texto, en su mayor parte destacados científicos de Francia, Australia, Estados Unidos y Alemania, señalan en su carta que “la ciencia del clima debería ser menos política y las políticas climáticas deberían ser más científicas”. En su opinión, “los científicos deben reflexionar abiertamente sobre las incertidumbres y exageraciones en sus predicciones del calentamiento global, mientras que los políticos deben contar desapasionadamente los beneficios reales, así como los costos imaginados, de la adaptación al calentamiento global, y los costos reales, así como los beneficios imaginados, de su mitigación”.

En su misiva a la ONU, los expertos explican que “el archivo geológico revela que el clima de la Tierra ha variado” en numerosas ocasiones desde que existe el planeta, con fases más frías y más calientes. “Lo que conocemos como la ‘pequeña Edad de Hielo’ terminó en unas fechas tan recientes como la mitad del siglo XIX y, por lo tanto, no sorprende que ahora estemos experimentando un período de calentamiento”. De hecho, sigue diciendo el documento titulado No hay emergencia climática, “solo unos pocos artículos revisados por pares llegan incluso a decir que el calentamiento reciente es principalmente antropogénico”.

Los autores del documento afirman rotundamente que el calentamiento es mucho más lento de lo previsto y que la política climática se basa en modelos inadecuados. “Los modelos climáticos tienen muchas deficiencias y no son remotamente plausibles como herramientas de hacer política. Además, lo más probable es que exageren el efecto de los gases de efecto invernadero como el CO2 e ignoran, por otro lado, el hecho de que enriquecer la atmósfera con CO2 es beneficioso”.

En este sentido, el panel de 500 científicos recuerda que “el CO2 no es un contaminante. Es esencial para toda la vida en la Tierra. La fotosíntesis es una bendición. Más CO2 es beneficioso para la naturaleza, ecologizando la Tierra: el CO2 adicional en el aire ha promovido el crecimiento de la biomasa vegetal global. También es bueno para la agricultura, aumentando los rendimientos de los cultivos en todo el mundo”.

“No, el calentamiento global no ha aumentado los desastres naturales”, afirman en su comunicado. “No hay evidencia estadística de que el calentamiento global esté intensificando huracanes, inundaciones, sequías y otros desastres naturales similares, o haciéndolos más frecuentes. Sin embargo, las medidas de mitigación de CO2 son tan perjudiciales como costosas. Por ejemplo, las turbinas eólicas matan pájaros e insectos, y las plantaciones de aceite de palma destruyen la biodiversidad de las selvas tropicales”.

Los científicos citados concluyen advirtiendo a la ONU de que el objetivo de la política internacional debe ser proporcionar energía confiable y asequible en todo momento y a todo el mundo, y que la política climática debe respetar las realidades científicas y económicas. “No hay emergencia climática. Por lo tanto, no hay hay motivos para el pánico o la alarma. Nos oponemos firmemente a la política dañina y poco realista de cero CO2 propuesta para 2050”.

 
Después de ver estos gráficos, ya no te cabrá ninguna duda de que el fraude del cambio climático se está reventando «desde dentro». Un youtuber ha mostrado cómo el panel sobre el clima de la ONU (que queda así totalmente desacreditada) se quedó con la parte de las gráficas que les interesaba para poder sostener su apocalíptica teoría, silenciando los datos que mostraban que lo que está sucediendo en los últimos treinta años en campos como:
-Olas de calor en los Estados Unidos.
-Incendios en los Estados Unidos.
-Extensión del hielo ártico.
-Nivel del mar en las costas de Estados Unidos.
-Subida del nivel de las aguas en los últimos años.
La persona que ha descubierto este fraude compara las olas de calor en una localidad de Ohio desde 1955 y encuentra que desde 1990 han disminuido.
Podéis ver las comparativas en todos esos campos en este mismo artículo.